Hook
fue una película dirigida por Steven Spielberg que salió en 1992, protagonizada
por Robin Williams, Dustin Hoffman y Julia Roberts, que tuvo varias licencias
para videojuegos. Irem lanzaría un videojuego arcade; Sony sería la encargada
de lanzar las versiones para las consolas; y por último Ocean Software
distribuyó una aventura gráfica desarrollada por Shadow Software, siendo el
único título de este género lanzado por la empresa británica.
El arcade de Irem
no trascendió en la memoria colectiva como uno de los grandes clásicos beat'em
up de los noventa, pero sigue siendo una pequeña joya que bien merece algunas
líneas.
La jugabilidad que nos presenta es la típica
de los beat’em up de la vieja escuela, aquellos en los que debíamos
enfrentarnos a la horda de enemigos que se nos pusiese por delante. Para ello
dispondremos de distintos personajes que poder seleccionar al comienzo de cada
partida, la diferencia principal entre todos ellos (además del aspecto físico)
está en los tres parámetros que nos indicarán en qué es mejor cada personaje y
que son: alcance, fuerza y velocidad. Una cosa a destacar es que permite cuatro
jugadores simultáneos. En cuanto a las acciones disponibles también son las típicas
del momento: dos botones, ataque y salto, combinación de los dos un golpe
especial, y luego salto y patada, golpe fuerte y, quizás es lo más interesante
del juego, la opción de rematar a los enemigos en el suelo.
La
ambientación está totalmente inspirada en piratas, y la variedad de enemigos a
los que podemos llegar a hacer frente es bastante más amplia de lo habitual y
va más allá de la típica jugada de cambiar el patrón de colores de un enemigo a
otro. Los objetos o power-up son los típicos del género: los que nos ayudarán a
recuperar energía, armas (totalmente ambientadas en elementos aparecidos en la
película) y las típicas joyas que suman puntos a nuestro marcador, para estos
últimos se eligió un aspecto de tesoros y botines piratas.
Los
jefes finales son de lo mejor del juego, todo tipo de personajes de enormes
proporciones, con varios patrones, pero que tampoco nos pondrán las cosas
demasiado difíciles. El juego cuenta con seis fases, se pasa en una media hora,
y tiene un nivel de dificultad sencillo en comparación con los grandes
clásicos, este fue otro de esos juegos que me pasé con un solo crédito en los
arcades, quizás por eso le tengo cierto cariño. En resumen: un beat'em up bastante desconocido, pero que tiene una
jugabilidad precisa y variada, con muchos elementos en pantalla con los que
interaccionar, buenos gráficos y melodías, y muy recomendable para echar unas
partidas y probarlo alguna vez.
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