miércoles, 8 de junio de 2022

Wonder Boy (Escape, 1986)

 Wonder Boy, "el chico maravilla", fue durante un tiempo el rival natural de Mario. Creado como la respuesta de Sega al emblemático título de plataformas de Nintendo se hizo rápidamente con un hueco importante en el mercado arcade. Su salida se produjo en 1986, apenas un año después de la aventura del fontanero italiano con la que saltó, nunca mejor dicho, a la fama. Corriendo bajo los circuitos de una ya veterana placa System 1 se logró una recreativa que apostaba por un género en auge al que añadía diversas opciones que lo hacían muy atractivo.

La historia es un tópico: un pequeño cavernícola disfruta de sus días junto a su novia Tina hasta que un día, el malvado Rey Drancon decide secuestrarla, así que Tom-Tom emprenderá una épica búsqueda para rescatar al amor de su vida. Los encuentros ante este oponente tendrán lugar en la última estancia de cada ronda, y este tomará diferentes encarnaciones que nos lanzarán bolas de fuego que tendremos que esquivar mientras lanzamos hachas a su cabeza. Se introduce una barra de vitalidad que hay que mantener a base de recoger fruta repartida por los escenarios. Ésta disminuye con el tiempo por lo que la premura a la hora de resolver las situaciones es vital. No solamente hay que preocuparse de que los enemigos no maten al más mínimo contacto, también se debe estar atento a tropezones inesperados con rocas y obstáculos que pueblan los mapeados y bajan el nivel de energía.

Los controles responden muy bien, solo dos botones: uno para lanzar hachas si hemos conseguido el objeto, y si lo mantenemos pulsado mientras avanzados empezará a correr, mientras que el segundo botón sirve para saltar, de hecho, si lo pulsamos mientras corremos podremos saltar mucho más alto. Para hacer más sencillo el viaje se cuenta con distintas ayudas en forma del icónico monopatín que, aparte de aumentar la velocidad de desplazamiento, posibilita recibir un golpe más antes de perder la vida. Asimismo, momentos de invulnerabilidad al recoger un ángel o hachas que podemos lanzar para acabar con nuestros enemigos. Todos estos power-ups se encuentran dentro de diversos huevos. Cabe mencionar que existen huevos malos que esconden al Dios de la Muerte, el cual nos perseguirá y robará la vitalidad.

Es un juego extenso, con siete áreas, compuestas por cuatro rondas cada una, más una octava oculta. Esta última únicamente aparecerá en caso de haber recogido a lo largo del trayecto las veintiocho muñequitas de Tina totales esparcidas por las fases, algunas de las cuales escondidas dentro de objetos con los que tendremos que chocar, o salto o lanzando un martillo en un sitio en concreto. Además, existen escondidas a lo largo de las primeras tres rondas de cada área tres letras (E, S, y C), y si las conseguimos todas obtendremos en la cuarta una vida extra.

            Técnicamente destaca el colorido y variedad de localizaciones, recreando desde una selva a plena luz hasta cuevas y escenarios nocturnos o nevados. En estos últimos deberemos tener cuidado con las inercias y resbalones inoportunos que puedan jugarnos una mala pasada en cualquier instante. Pese al limitado tamaño de sprites o las pobres animaciones el conjunto es muy efectista gráficamente debido a una estética muy personal e inconfundible. En el apartado sonoro cuenta con pocas melodías, pero la principal ha pasado a la historia de los videojuegos, quedándose sus primeros compases en la memoria de todos los jugadores que disfrutaron de este juego a mediados de los ochenta en los salones recreativos.

Quizás su único problema es lo repetitivo que resulta pese a la variedad de entornos que tiene, sobre todo debido a que es uno de los juegos de recreativa más largos que recuerdo, más de una hora para completarlo. Como punto favorable lo más destacable es lo inteligente y cuidado del diseño de muchos niveles. Obstáculos, enemigos, plataformas móviles y espacios vacíos se encuentran en su lugar exacto para conseguir una cota de dificultad ajustadísimo, y eso sin contar la cantidad de secretos que alberga, con la búsqueda de muñecas y letras en cada nivel. El control no es del todo perfecto, el personaje tiene a deslizarse con demasiada inercia en cuanto encadenamos varios saltos, pero una vez memorizado el juego, eso incluso juega a nuestro favor y nos permite terminar las zonas a toda velocidad, casi como si fuera un speedrun. En conclusión, un notable ejemplo del género de plataformas 2D que durante mucho tiempo monopolizo los salones recreativos.

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