viernes, 22 de enero de 2021

The King Of Dragons (Capcom 1991)

Durante más de cien años descendió como un buitre sobre la tierra de Malus y no dejó nada más que ruinas quemadas, donde las criaturas de las tinieblas podían reinar. Después de muchas súplicas por parte de los campesinos y la gente del pueblo, los ejércitos de Malus fueron reunidos y enviados a la batalla contra el poderoso Dragón Rojo conocido como Gildiss. Ningún hombre regresó. Contemplando el sufrimiento de su reino, el rey decidió que su pueblo no podía aguantar más. Y así ordenó a su mago Guindon que durmiera a Gildiss con un hechizo durante un año. El tiempo se agota y ahora, cuando las criaturas de la oscuridad están listas para hundir la tierra de Malus en el abismo, una nueva banda de aventureros planea presentarse antes de que Gildiss despierte…

The King of Dragons es un hack and slash diseñado por Capcom para la placa CPS-1 y que salió en recreativas en 1991, en una reinterpretación a la japonesa del juego de rol ‘Dungeons & Dragons’, algo que posteriormente daría pie a grandes clásicos del género como ‘D&D: Tower of Doom’. Permite tres jugadores simultáneos y nos presenta un plantel de cinco personajes, arquetipos de los juegos de fantasía heroica, y con diferentes valores de fuerza, velocidad, vida y potencia mágica. El luchador (Derek) es ideal para ataques cuerpo a cuerpo, posee fuerza, buena capacidad de asalto, un escudo para defenderse, y el mayor nivel de vitalidad. Flaquea en los ataques mágicos. El clérigo (Aldo) tiene menor capacidad de salto y menor nivel de vitalidad. Su punto fuerte es que posee habilidades curativas, y si recogemos un elemento que recarga la vida, el resto de jugadores también recobrarán su salud. El enano (Vargas) es similar al luchador, aunque hace mucho más daño, además las flechas pasan por encima de su cabeza, pero dado que sus armas tienen menor rango casi nadie lo solía escoger. El Mago (Lejei) tiene ataques a media distancia en forma de proyectiles mágicos, que comienzan muy débiles pero se vuelven más fuertes en el transcurso del juego; aunque tiene un nivel muy bajo de vitalidad, es el mejor personaje del juego. Por último, el elfo (Rabel) empuña un arco y una flecha para ataques de largo alcance, pero su valor de defensa es siempre muy bajo, al igual que su vitalidad. 

Otro componente RPG aparece cuando al ir eliminando enemigos y consiguiendo dinero, subimos de nivel, con lo que aumenta nuestra barra de salud. Además, normalmente al final de cada fase aparecerá un cofre con un nuevo nivel de las armas que utilizamos, algo visualmente muy vistoso. Por ejemplo, el guerrero puede subir de nivel su espada y su escudo, el elfo su arco y sus flechas o el mago el bastón y su anillo de poder. En total hay dieciséis fases, todas ellas de una variedad estética y una ambientación maravillosa, como el viejo castillo en ruinas, cuyo piso termina viniéndose abajo ante el retumbante paso de un minotauro, el interminable torreón en una isla al más puro estilo de Jasón y los Argonautas, o ese enfrentamiento con  un terrorífico draconiano blandiendo su látigo-espada. Aunque parezcan muchas fases es un juego que puedes pasarte perfectamente en apenas cuarenta minutos, quizás algo corto en comparación con otros beat’em up, pero tiene a su favor una curva de dificultad perfecta, por lo que llegar a las últimas fases con un solo crédito es algo factible con algo de práctica, y teniendo en cuenta la tendencia a la recaudación abusiva de los arcade de la época, es algo que resulta muy satisfactorio para el jugador.

El control es sencillo, tenemos un botón de ataque y un botón de salto. Al pulsar los dos a la vez usaremos una magia que golpeará a nuestros enemigos, pero que restará un poco de nuestra vida, lo habitual en los brawlers clásicos. Los tres guerreros pueden utilizar su escudo si justo antes de ser golpeados nos movemos hacia atrás; es una mecánica que cuesta dominar, pero una vez que lo haces puedes bloquear todo, incluso el aliento del dragón Gildiss, lo cual resulta muy espectacular.

Los enemigos en el juego son bastante variados y mantienen la ambientación de juego de rol: caballeros, magos, orcos, esqueletos, lagartos, momias y arpías, por poner algunos ejemplos. Pero donde realmente Capcom deslumbra es con sus jefes finales de fase, con un diseño y tamaño fantástico, desde minotauros, dragones que nos intentan emboscar saliendo de la pantalla y lanzándose contra nosotros, ciclopes que agarran piedras del techo y nos las lanzan, un mago oscuro con una enorme variedad de hechizos, una Hydra de tres cabezas y, por supuesto, el enorme Dragón Rojo Gildiss. Es cierto, y hay que decirlo también, que a lo largo de las fases nos encontramos con el habitual recurso de repetir enemigos simplemente cambiándolos de color, señal visual de que cada vez son más poderosos, pero no es algo que moleste en una partida rápida.

El juego cuenta con bastante ítems, divididos entre las bolsas de monedas o piedras preciosas que sirven para subir de nivel, o los que tienen forma de comida; muchos los sueltan los enemigos al derrotarlos, pero otros están dentro de cofres, los cuales hay que abrir con cuidado, porque pueden tener una trampa de hielo, veneno o incluso estar vivos y atacarte. También existen una especie de esferas mágicas, cuyos efectos al golpearlas son devastadores: desde lluvia de meteoros, tormentas de rayos e incluso convertir a los enemigos en ranas. Los efectos de sonido son muy contundentes, sobresaliendo los gruñidos y estertores de los enemigos. Por último, hay que destacar con entusiasmo la estupenda banda sonora de Yoko Shimomura, un trabajo excelente repleto de melodías épicas, que reverberan en la memoria del jugador.

Capcom realizó una versión para la consola Super Nintendo (1994) que nunca llegó a salir en Europa, por lo que los sufridos gamers tuvimos que pagar auténticas barbaridades en tiendas de importación para conseguir el cartucho. Merecía la pena, porque aunque solo podían jugar dos jugadores (el arcade permitía tres simultáneos), los sprites eran más pequeños y faltaban detalles en los escenarios -por ejemplo el ladrón que roba bolsas de oro-, todo lo demás estaba ahí: la banda sonora adaptada espectacularmente para el chip de SNES, muchos enemigos en pantalla sin apenas ralentizaciones, y algún truquillo adicional en forma de vidas escondidas para hacer más viable la proeza de pasártelo en el máximo nivel. Además, habilitaron un botón adicional para el uso del escudo en los personajes guerreros, lo cual lo hacía mucho más divertido y dinámico.

Años después apareció dentro del recopilatorio ‘Capcom Classics Collection Vol.2’ (2005) para Xbox y PlayStation. Al año siguiente fue lanzada una versión para PSP ‘Capcom Classics Collection: Reloaded’, conversión píxel perfect. Los puntos obtenidos jugando con los diferentes juegos del recopilatorio se podían emplear en el modo ‘Slot’ para obtener ilustraciones, músicas remasterizadas y trucos. Hay un total de novecientos objetos secretos, lo cual convierte esta recopilación en una gozada ineludible para los fans. De forma más reciente también apareció en el recopilatorio ‘Capcom Beat'em up Bundle’ (2018) para PC, PlayStation 4, Xbox One y Nintendo Switch junto a otras joyitas de los salones recreativos como ‘Final Fight’ o ‘Captain Commando’, pero sin los extras de la edición PSP.

En resumen: un brawler de desarrollo lateral muy atractivo y que ha envejecido muy bien gracias a su maravillosa jugabilidad y su genial ambientación. Añadir como curiosidad que han salido varios hacks del juego bastante interesantes, como uno que duplica los enemigos (y jefes finales) para hacerlo más complicado, u otro que te permite jugar desde el principio al máximo nivel, las fases tienen un orden distinto y además puedes cambiar de personaje durante la partida. Algo tendrá ese clásico inmortal cuando, treinta años después, todavía hay modders interesados en exprimir su potencial. Un juego que, aunque solo sea por los gratos recuerdos que me provoca, siempre consideraré un clásico imprescindible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario