Sunset
Riders es un juego de acción de scroll lateral, del denominado “Run and Gun”
que tuvo mucho éxito en los noventa entre otras cosas porque permitía cuatro
jugadores simultáneos. Konami ya había probado este aspecto unos años antes con
Teenage Mutant Ninja Turtles (1989), Crime Fighters (1989), Main Event (1988) o
Punk Shot (1990), por lo que aquí lo implementó de forma fantástica. Ambientado
en el lejano oeste, el juego nos pone en la piel de cuatro valientes vaqueros
caza recompensas, Steve, Billy, Bob o Cormano; cada uno de los cuales tienen
sus propias características: mientras los dos primeros usan revólveres, Bob y
Cormano llevan escopetas. Estos valientes vaqueros buscan la recompensa por
eliminar a los forajidos jefes finales, los más buscados y peligrosos del
lejano oeste, no sin antes acabar con todo tipo de bandidos y secuaces que les
saldrán al paso para evitarlo.
El
juego consiste en avanzar horizontalmente acabando con todo tipo de enemigos
que aparecen por todas partes, para ello podemos saltar a un plano más elevado
(cuando sea posible) como balcones, plantas superiores o lámparas; también nos
permite realizar un movimiento de barrido, muy útil cuando lo dominas para
esquivar balas. Aparte de disparar en las ocho direcciones posibles podemos
interactuar con distintos elementos del escenario como puertas a salones y
hoteles (para obtener alguna bonificación, potencia de arma o un beso de alguna
bailarina), todo tipo de trampas (como olvidarse del rastrillo que al pisarlo
nos daba en todas las narices), rocas que caen, puentes que se queman y por
supuesto una manada de búfalos que pretenden atropellarnos.
Consta
de ocho fases más dos divertidas fases de bonus. El primer nivel nos lleva por
el típico pueblo del oeste (con sus hoteles y salones, riachuelos y esa típica
estampida de búfalos), el cual nos sirve para familiarizarnos con las mecánicas
de juego y donde nos enfrentamos a un fácil Simon Greedwell. En el segundo
nivel perseguimos una diligencia en tren montados a caballo, al final del cual
nos enfrentamos con Hawkeye Hank Hatfield. El tercer nivel nos lleva a otro
pueblecito similar al del primer nivel para enfrentarnos a Dark Horse montado
en su caballo negro y con una armadura de plata. Una vez derrotado, entramos en
el salón para enfrentarnos a los Hermanos Smith y rescatar a dos bailarinas que
tienen como rehenes. Estos se esconden detrás de unos carteles en unos balcones
del nivel superior mientras nos lanzan explosivos. Una vez derrotados y las
damiselas rescatadas nos pegamos unos bailecitos con las mozas (otro clásico
cliché Western). En el quinto nivel avanzamos por unos vagones de tren
enfrentándonos con todo tipo de bandidos que salen por todas partes para
terminar enfrentándonos en la locomotora con El Greco, un mexicano que usa un
escudo a prueba de balas (solo es vulnerable en el salto), un látigo, y usa el
típico sombrero rojo de su país (si llevamos a Cormano, al derrotar al Greco
atrapará su sombrero después que este lo arroje para usarlo a partir de
entonces hasta el final del juego). El siguiente nivel nos lleva a visitar el
típico poblado indio en lugares más montañosos, donde nos enfrentamos a toda la
tribu para acabar batiéndonos con Chief Scalpem, un musculoso indio capaz de
aguantar numerosas balas y que no para de lanzarnos cuchillos mientras va
saltando de roca en roca (uno de los enemigos más difíciles del juego).
En
el penúltimo nivel nos encontramos nuevamente cabalgando mientras atravesamos
un río que discurre por un bosque y que nos lleva al fuerte para enfrentarnos a
Paco loco armado con una ametralladora y acompañado de sus secuaces escondidos
en los árboles tirándonos dinamita. Una vez derrotado entramos en el fuerte
para enfrentarnos al enemigo final del juego, no sin antes liquidar a numerosos
bandidos que nos pondrán las cosas verdaderamente difíciles. Richard Rose nos
espera en el balcón de su mansión al final del nivel, tras unas esculturas de leones
de piedra disparándonos mientras aparecen por todos lados sus secuaces.
El
juego es técnicamente brillante, tanto en el diseño de los escenarios, lleno de
clichés del género Western, como por las animaciones, toques de humor y
detalles que aparecen a lo largo de él, como cuando nuestro protagonista sale
de la cantina con una botella, corre desesperado encima de los búfalos, se
estampa con un rastrillo o es aplastado por una roca… Y sin olvidar esa
maravillosa intro, donde nos presentan a los cuatro protagonistas al más puro
estilo de las películas de John Wayne. En el apartado de sonido nos encontramos
con las típicas voces digitalizadas del momento y una genial banda sonora que
ambientaba a la perfección con melodías del género Western, orquestada por
Naohisa Morota y Motoaki Furukawa. Su duración entra dentro de la media, una
media hora, y tampoco resulta excesivamente difícil.
Al
año siguiente de salir en recreativas se hizo una lamentable conversión del
juego para la Mega Drive en la que desaparecieron dos de los protagonistas,
dejando únicamente a Billy y Cormano, y también la mitad de las fases. Además las
fases estaban muy mal recreadas y la paleta de colores era muy inferior. Por
suerte en 1993 apareció una excelente conversión para Super Nintendo que
mantenía técnicamente una excelente fidelidad con el original… sino fuera por
la triste censura de Nintendo: bailarinas más tapaditas de ropa, indios
sustituidos por bandidos normales o la eliminación de las chicas que nos
lanzaban dinamita; cosas que desde la distancia del tiempo parecen absurdas,
pero que sucedían de forma habitual desde la NES. Ambos cartuchos han alcanzado
con el paso de los años un precio bastante respetable en el mercado
coleccionista. Posiblemente debido a que Konami no volvió a adaptar Sunset
Riders a otro sistema doméstico.
Como curiosidad Konami permitía que
siguieras jugando una vez superado el juego pero aumentaba la dificultad, de
hecho si juegas al nivel ocho, que es el máximo que te permite poner las
opciones de la placa, desbloqueas otro nivel de dificultad. Son esos detalles los
que provocan que los juegos retro mantengan el interés, a pesar de las limitaciones
técnicas están siempre llenos de detalles. Por poner otro ejemplo sobre esto
Capcom exigía pasarte el juego dos veces seguidas para poder ver el verdadero
final en juegos como Ghouls'n Ghosts y el Ghosts'n Goblins.
En
resumen, la originalidad del juego, junto con una buena variedad de
situaciones, un acertadísimo humor, una pegadiza banda sonora y esa posibilidad
de jugar con otros tres amigos, contribuyeron a su enorme éxito y que todavía
sea recordado por todos los que pasamos parte de nuestra adolescencia en un
salón recreativo. Desde estas líneas animo a todo el mundo a echar alguna
partida para recordarlo. Además, si os proponéis como reto terminarlo con un
solo crédito, hoy en día gracias a los emuladores es sencillo practicar las
zonas más complicadas o los patrones de los jefes finales.
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