
No
posee argumento original dado que es un remake de la primera entrega de NES:
Drácula vuele otra vez a la vida y solo hay alguien capaz de hacer frente a su
poder, un hombre descendiente del más famoso clan de cazadores de vampiros,
Simon Belmont, quien empuñando el arma de su familia, el látigo apodado Vampire
Killer, está dispuesto a cumplir con la carga que acarreaba su linaje. La atmósfera
del juego es insuperable, ya en la primera fase impresionan detalles como la
arquitectura barroca del castillo o la verja que surge del suelo tras cruzar el
puente de entrada. Los personajes, tanto Simon Belmont como el amplio y variado
catálogo de enemigos, poseen sprites muy detallados, sobre todo algunos jefes
de final de fase. Por hacer notar algún aspecto negativo hay que indicar que la
animación de nuestro cazavampiros resulta bastante limitada, sobre todo al
andar.
Los
escenarios son magistrales, llenos de detalle y con un colorido de lo más
acertado. Desde las cavernas doradas hasta los aposentos de Drácula, todas las
fases mantienen un nivel sobresaliente. Mención especial algunas secciones que
se aprovechan de las bondades del Modo 7: pantallas que rotan 180 grados,
gigantescas lámparas que se balancean de manera impecable o el memorable túnel
en el que el decorado está girando, ofreciendo una sensación de profundidad que
se perpetúa en el resto de niveles gracias a la constante presencia de hasta
siete suaves planos de scroll. En definitiva, estamos ante uno de los mejores
trabajos visuales en 16 bits.
Souji
Taro y Masanori Adachi nos legaron una banda sonora memorable, junto a los
temas clásicos de anteriores entregas de la saga remezclados y mejorados para
la ocasión -Bloody Tears, Vampire Killer, Beginning-, crearon un extenso
repertorio de piezas que han pasado a la historia de los videojuegos. Para
comprobarlo, nada mejor que conseguir el juego, o bien uno de los múltiples
discos recopilatorios por Internet.
En
cuanto al juego en sí, cuenta con doce larguísimas fases en las que Simon se
enfrentará a multitud de situaciones. Desde el típico avance horizontal
eliminando enemigos hasta ascensos por interminables escaleras o saltando entre
plataformas, travesías por engranajes mecánicos, precipicios que deberemos
sortear balanceándonos, y hasta psicodélicos escenarios que rotan para ponernos
las cosas difíciles. Además del mítico látigo que acompaña al héroe desde la
primera aventura, podremos utilizar armas secundarias que conseguiremos al
golpear los cirios que se disponen por todos los escenarios: hachas, agua
bendita, daga, boomerang y reloj que para el tiempo. Una de las cosas que hizo
destacable al juego fue el poder usar el látigo en las 8 direcciones, además de
poder usarlo manteniendo pulsado el botón de ataque para crear una suerte de
barrera contra los proyectiles que nos lancen así como atacar a enemigos que
estén alejados del alcance de nuestro látigo; además también sirve para poder
colgarnos de ciertas superficies y alcanzar mayores distancias.

El juego es otro de mis incunables. Si no me falla la
memoria es el primer juego que compré después de conseguir el famoso pack de
Consola + Super Mario World + Street Fighter II, y le tengo mucho cariño. Para
finalizar señalar que este es otro juego que solo se puede disfrutar o bien en
la consola original o en las Consola Virtual de Wii y Wii U. Naturalmente la
opción del emulador siempre está ahí, y el Znes o Snes9x no requieren un PC
especialmente potente.
Como última curiosidad Konami encargó a un pequeño grupo
el desarrollo de Super Castlevania IV. Pasados unos años este grupo se desvinculó
de Konami y formó su propio estudio, denominado Treasure, que se fundó el 19 de
Junio de 1992 en Japón, y desde entonces son famosos por sus colaboraciones con
Sega (Light Crusader, Guardian Heroes, Gunstar Heroes) y por juegos como Ikaruga
o el Radiant Silvergun. Quería desde aquí hacerles un sentido homenaje por su
aportación en Super Nintendo con los tres juegazos que he comentado ya: Contra
III: The Alien Wars, Axelay y Super Castlevania IV. Gracias.
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