
En
cuanto al gameplay en general, podíamos elegir entre tres personajes (Terry, su
hermano Andy y su amigo japonés Joe Higashi) y debíamos abrirnos paso a través
de ocho complicados enemigos controlados de manera férrea por la CPU. Así como
SFII estaba más centrado en los combos, Fatal Fury se basaba en calcular bien
los tiempos a la hora de hacer los devastadores ataques especiales y daba una
mayor importancia a la trama del juego. Como curiosidad decir que Fatal Fury
fue desarrollado a la vez que SFII por Takashi Nishiyama, el cual diseñó el
primer Street Fighter en Capcom, y siempre considero a esta saga el sucesor
spiritual de ese primer Street Fighter. Como novedades a destacar el segundo
plano de acción en los escenarios, el modo 2-players contra la CPU y la
capacidad de algunos personajes de ‘transformarse’ en pleno combate, como Tung
Fu Rue o Hwa Jai.
El
cartucho que nos ocupa tenía en su interior cincuenta y cinco megas muy bien
aprovechados, pero no exentos de defectos: tres personajes sabían a muy poco
(hecho que fue solucionado en la versión consola, que nos daba a escoger a toda
la plantilla en modo VS) y la jugabilidad dejaba bastante que desear; muchas
veces debíamos recurrir a ‘trucos’ para vencer a enemigos infernalmente
difíciles como Raiden o Billy Kane, por no hablar de Geese, que nos restaba un
60% de la barra con un sólo Reppuken. Pese a sus defectos, el juego gustó y
mucho, y prueba de ello es que fue versionado para SNES, Megadrive y X68000,
hecho que sin duda ayudó a popularizarlo.
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